42. MIS DIBUJITOS

Lo más impactante de mis contactos con la Ayahuasca fueron los recorridos que vivencié en tomas sucesivas. La primera vez que me encontré con lo que durante muchos años años he llamado "mis dibujitos" fue casi un shock. "Mis dibujitos" son algo que llamaba así porque no tenían parangón con nada de lo vivenciado o visto hasta entonces y tampoco durante muchos años después.


Imagina una pantalla de cine gigante que, en vez de ser plana, es convexa, es decir, semicircular metida hacia adentro. Estás tan cerca de ella, como en la segunda fila, que mires donde mires sin mover la cabeza ves la película; no ves los bordes de la pantalla con el rabillo del ojo. En ella se agolpan dibujos animados de vivos colores sin figura ni fondo; es decir, no hay espacios vacíos sobre los que se plasman los personajes o las cosas, sino que aparecen como una red de formas encajadas unas con otras que se van moviendo y transformando. Es como una feria de magia donde cualquier mundo posible tiene lugar. Hay rostros de muñecos enormes, espirales de arcoiris, flores y estrellas, trampolines y tiovivos… y un montón de cosas más.


Sin embargo, lo más interesante de "mis dibujitos", pese a su excepcionalidad, no era sólo su colorido, su vivacidad o su increíble diversidad; sino que cambiaban al mismo tiempo que mi estado emocional. En alegría y gozo eran un mundo maravilloso de color y formas preciosas. En tristeza o malestar se convertían en feos, deformes y terribles. Por poner un ejemplo: una bailarina de formas equilibradas, refinadas y delicadas se podía transformar en una máscara de terror o unas pezuñas de un animal fiero y agresivo.


Durante varias sesiones seguidas, estos dibujitos aparecían cada vez que la ayahuasca me tomaba entre sus brazos. Lo curioso era que al despertar no conseguía recordarlos, así que las primeras veces sólo era consciente de que regresaba a ese mundo de color. Poco a poco, no obstante, me fui dando cuenta de que algunos ya los había visto en otras visiones y, en el momento en que los reconocía, pasaba a una secuencia posterior. Tras cuatro o cinco talleres, me percaté de que no sólo eran los mismos sino que se sucedían en un círculo idéntico cada vez. Al comprobarlo, iba desechando todo aquello que me resultaba conocido y el círculo se iba reduciendo, hasta simplemente desaparecer.


Te pongo un ejemplo, supón que ves una película un día y luego la repites dos o tres veces, sin siquiera saber que es la misma película. Siempre te parece que es nueva. A la cuarta o quinta ocasión ya hay escenas que reconoces y, automáticamente, se activa el botón de avance para saltártelas; mientras que otras aún te absorben y entretienen. Tras un montón de visualizaciones más ya te sabes la película al completo y la dejas en un archivador perdido o directamente la borras.


Eso fue lo que me ocurrió: "mis dibujitos" desaparecieron a fuerza de darles vuelta. Ya había leído que con la ayahuasca se produce un reajuste neuronal. Mi primer reajuste fue en forma de dibujitos.

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