15. DEUS SIVE NATURA

Tras dos años de estudio en el campus de Somosaguas, de la Universidad Complutense de Madrid, y llegado el momento de comenzar la tesis doctoral, la inspiración no me llegaba. Me había embarcado en una investigación sobre la Transición española (desde el final del franquismo hasta la Constitución de 1978) que no me satisfacía.


La politología resultó ser, como me pareció antes la filosofía, un lugar de discusiones constantes entre dos posturas teóricas antagónicas: ¿izquierda o derecha? ¿socialismo o liberalismo? ¿igualdad o libertad? El mismo callejón sin salida pero, a mi entender, con mayor estrechez aún de miras. Mi natural filosófico clamó entonces, de nuevo, por un lugar más lejano, omniabarcante, desde el que comprenderlo todo.


Decidí, por tanto, continuar el camino "natural" tras los estudios de Filosofía, opositar al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria. Dado que nunca tuve demasiada memoria para los estudios y ya que poseía un trabajo estable que no me consumía demasiado tiempo, opté por tomarlo con calma y elaborar mi propio temario de oposiciones; el cual, al realizarlo yo misma, me sería luego más fácil de recordar. Fue entonces cuando tuve la oportunidad de profundizar verdaderamente en las cuestiones metafísicas que, a día de hoy, considero realmente importantes.


El primer filósofo en el que me detuve fue Aristóteles. Por primera vez leí sus propios textos, principalmente la Física y la Metafísica. Aristóteles, ya lo dije, fue uno de los más grandes. Consiguió articular lo científico con lo místico o lo divino. Su teoría de las causas es sencilla pero eficaz. 


Existe una "causalidad eficiente", que es la típica que conocemos actualmente a través de la ciencia. Ocurre un hecho 2 como consecuencia de que ocurre un hecho 1 o, en otras palabras, 2 sucede PORQUE sucede 1. Pero existe también una "causalidad final", que la ciencia no contempla y tampoco la mayor parte del pensamiento filosófico: Ocurre un hecho 1 por la necesidad de que 2 ocurra, es decir, 1 sucede PARA QUE suceda 2. Lo más interesante es que ambas formas de causalidad no sólo no son excluyentes sino que se dan al mismo tiempo. Te pongo un ejemplo sencillo: una planta existe porque antes hubo una semilla y, a la par, una semilla existe para que la planta suceda.


Para Aristóteles todo posee un origen pero también todo enfoca o tiende hacia un destino. El origen existe porque existe el destino y viceversa. La existencia del Cosmos es posible por la unidad entre ambos: alfa y omega. En palabras del filósofo del siglo IV antes de Cristo, la Physis o Naturaleza posee una tendencia propia de evolución llamada Telos (Fin o Finalidad) para la cual la propia Naturaleza existe.


En su incapacidad para permitir la unión de lo que está naturalmente unido, filósofos posteriores y todavía a día de hoy algunos, entendieron que Telos remite a Dios y Physis a Naturaleza. Pero el gran filósofo de la Antigüedad no se refería sólo a esto. Tuvieron que pasar veinte siglos para que otro pensador, Baruch Spinoza, sostuviera una teoría casi igual: Deus sive Natura o, lo que es lo mismo, Dios o Naturaleza son la misma cosa.

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