18. EL SER ES

Debo aclarar algo: En la Edad Media los filósofos hablaban Dios porque la mayoría de ellos eran también sacerdotes; pero desde el Renacimiento, la Filosofía se separó de las doctrinas religiosas. Así que, a partir de la Era Moderna, los pensadores metafísicos utilizaban otras palabras -"Sustancia Infinita", "Espíritu Absoluto" o "Vida"-  para designar a lo más grande, al Todo.


Ahora bien, existe una palabra que, desde la Antigüedad, estuvo siempre ahí para designar a la totalidad: la palabra "Ser". Cuando se habla del Ser, se habla de "todo lo que es" y, como explicaba ya a mis alumnos de Bachillerato, todo lo que puede nombrarse es. 


Te lo contaré con más detalle:


Ser es un verbo, eso es lo primero, está en movimiento. El Ser es algo que está siendo, una acción permanente. En segundo lugar, el Ser incluye cualquier cosa que podamos imaginar. Es el concepto más amplio que existe, pues el verbo "ser" se conjuga con todo: "el todo es", "el absoluto es", incluso "Dios es" o "la nada es". No existe ninguna palabra de la que no podamos decir que es: lo existente es pero lo inexistente también es; lo innombrable es, lo incognoscible es, lo infinito es, lo imaginario es, otros mundos son, realidades paralelas también son, etc. De todo se puede decir que "es".


Desde este punto de vista, la palabra Ser abarca incluso a Dios. Así que si queremos hablar de Dios con propiedad, deberíamos decir "el Ser". Pero, y aquí viene la cuestión, si hablamos del Ser, no hablamos de nada diferenciado sino de todo al mismo tiempo y de cualquier realidad posible o imposible, porque lo posible es y lo imposible también es. Ya Aristóteles lo dejó claro desde el principio: "el Ser se dice de muchos modos" o, como diríamos ahora, todo es manifestación del Ser y el Ser es infinito, pues el infinito también es.


Sin embargo, los filósofos religiosos de la Edad Media se las ingeniaron para quitarle al Ser algunas propiedades. Lo primero fue diferenciar entre "ser" y "existir", para intentar así decir que el Ser era Dios y la Existencia era su creación. Y con esta primera división vinieron las demás: Dios por un lado y Naturaleza por otro, Espíritu por un lado y Materia por otro, Infinitud por un lado y Finitud por otro, etc. Hasta el punto de que Dios era la acción y el Universo su resultado.


Así nacieron las distintas perspectivas irreconciliables sobre las cosas y, no sólo eso, sino también el olvido de los mundos o las formas invisibles (mucho más presentes en el arte medieval que en las postrimerías del siglo XX), o la necesidad de inventar la teoría de la evolución para explicar que el mundo que conocemos se puede mover, sin el supuesto Dios que lo creó. 


La historia de la Filosofía o, mejor, de la Metafísica, ha consistido pues en volver a juntar lo que el hombre separó.

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