9. AMPLIACIÓN DE LOS SENTIDOS

Durante mucho tiempo mis únicas sustancias habituales fueron el alcohol y el tabaco, las cuales me acompañan cada vez que siento que pueden aportarme algo. 


Hacía mucho tiempo ya, al menos diez años, que no probaba la santa maría y de nuevo me sorprendió.


El hecho es muy breve pero no por ello menos impactante. Posiblemente la diferencia vino del entorno. Lo habitual en mis años mozos era consumir marihuana o hachís en un lugar cerrado, en el salón de la casa de unos amigos, sentada en un sofá. 


En esta ocasión, andaba por la calle bajo su influjo cuando, sin darme cuenta, estaba escuchando una conversación al menos a diez metros de mí, en la acera de enfrente. Esto puede parecer normal en algunas circunstancias, pero me encontraba en una calle donde el ruido del tráfico ahoga cualquier intento normal por realizar tal hazaña y la plática a la que asistía no era precisamente en voz muy alta.


Lo contaré con más detalle.


Yo estaba andando por la calle, ajena a lo que sucedía. Los coche subían y bajaban por dos carriles en ambos sentidos. Pasaba una guagua. Delante de mí iban personas charlando. Yo lo oía todo pero, como siempre, sin prestar excesiva atención a nada. El ruido general en una tarde normal de la calle San Bernardo, es bastante alto, como en cualquier calle concurrida y con tráfico de Madrid. 


En un momento dado, escuché muy claramente y cerca de mi oído una conversación. No era la que sostenían los de delante, así que me di la vuelta y vi que quienes venían detrás mío estaban bastante lejos y tampoco coincidía.


Por la acera de enfrente caminaba más gente, algunas personas iban solas y otras acompañadas. De entre todos ellos, una pareja charlaba lo que yo estaba escuchando. Pero lo escuchaba aquí, muy cerca de mí. Incluso podía sentir como mi oído interno se movía, latía o ejercía algún tipo de presión. Todos los demás sonidos estaban ahí pero como una orquesta de fondo a la que se pudiera bajar el volumen para escuchar lo esencial.


Ya había leído entonces que el umbral perceptivo del ser humano se mueve en una franja más o menos amplia entre unos límites definidos. Tanto la capacidad visual como la auditiva, y por supuesto el olfato y el gusto, pueden variar en función de las personas y las circunstancias. Así que en ese momento me quedó muy claro que había vivido una ampliación poco usual y sorprendente de mi sentido auditivo por efecto del cannabis.


Lo que no puedo recordar es qué decían aquellas personas. Más adelante relataré otro hecho en el que lo que escuché tenía, además, un sentido peculiar.

Próximo capítulo