33. ENSUEÑOS

Un sueño lúcido es una forma de ver intermedia al sueño y al ensueño: una está durmiendo pero tiene consciencia de que está durmiendo. Yo estuve practicando durante un tiempo esta posibilidad. El método más sencillo que encontré fue mirarme las manos antes de dormir y enviar la orden a mi inconsciente de que, cuando comenzara a soñar, recordara volver a ellas. Si durante el sueño te miras las manos, tomas una conciencia diferente; es como una alarma que pones en tu cabeza para decirte: "¡Ey! Esto es un sueño. Estoy aquí. Puedo verme."


El sueño lúcido más relevante que tuve fue sobre volar. De joven yo soñaba muchas veces que volaba. Mi forma de despegar era sencilla, caminaba cada vez con mayor rapidez hasta que me encontraba a dos, cuatro, ocho, diez o doce metros de la superficie del suelo. Recuerdo andar por las calles de una ciudad a la altura de los edificios, podía ver a la gente y a los coches transitando allá abajo; pero siempre despertaba en medio de esa maravillosa experiencia. 


Ya en la época en la que practicaba la consciencia dentro del mundo onírico me ocurrió algo completamente diferente. Estaba en el campo, había una construcción antigua muy grande, como un mausoleo o un templo, y comencé a volar como siempre. Esta vez, sin embargo, adquirí conciencia de mi sueño, así que decidí llegar más lejos y ponerme intencionadamente en la horizontal. Me daba cuenta en el sueño de que no era tan difícil, sólo tenía que inclinarme hacia adelante sin miedo.


Hasta aquí podría parecer una película de Peter Pan. Pero lo que realmente llamó mi atención fue cuando comencé a ocuparme de regresar al suelo, sobre el patio de piedra que se extendía delante del templo, bajo unas escalinatas. Durante el sueño me fui dando instrucciones a misma para aterrizar sin peligro. Lo más llamativo fue esa división, dentro del sueño, de una Sole que hacía y otra Sole que iba tomando nota del procedimiento para, cuando despertara, recordar. Igual que durante la vigilia trataba de darme consignas para cuando durmiera, ahora era durmiendo que trataba de mostrarme algo para cuando despertara. 


También practiqué en estos tiempos el "viaje astral". El método más simple es relajar el cuerpo hasta la quietud total, dejarlo que se hunda en la cama hasta que se produce un desprendimiento total de sus percepciones y aparece una vibración interna sutil pero generalizada. Lo que me comenzó a ocurrir entonces era como verme en un espejo. A diferentes distancias cada vez, veía mi propio rostro y, alguna vez también, mi cuerpo sobre la cama. Pero igual que con las visiones del tercer ojo, duraban unos instantes y desaparecía esta imagen de mi misma. 


A mi entender, hay cuatro formas de "ver" según el grado de conciencia: soñar, tomar conciencia del sueño (sueño lúcido), soñar despierta (viaje astral, viaje chamánico o ensueño) o visualizar a propósito. Esta última se puede practicar con meditaciones guiadas: recorres lugares intencionadamente según va diciendo la persona que guía y con el tiempo la apertura del tercer ojo te permite acceder a espacios con movimiento propio. Las diferencias en todas ellas vienen luego de la claridad de las imágenes, su nivel de realidad (conocido, desconocido o fantástico), el foco más o menos amplio, si se suma la propia percepción corporal, o si te ves a ti mismo o no durante la experiencia.

Próximo capítulo