34. SERES DE LUZ

La mayor parte de los talleres de constelaciones a los que asistí eran de Constelaciones Chamánicas. Esto significa que, además de las técnicas propias de la terapia familiar de Bert Hellinger, se usaban el tambor y los cantos para propiciar la liberación de emociones, se traían todo tipo de entidades posibles a la representación y el facilitador realizaba extracciones o limpiezas energéticas durante las sesiones. 


También fue en estos talleres que comencé a visualizar algunas energías a plena luz del día y con los ojos bien abiertos.


Lo primero que recuerdo era oscuro. Me pareció ver que de la mano de otro representante caía un líquido denso y negro. Él estaba de pie y yo sentada en el suelo. Tenía su mano frente a mis ojos, debo decir que sin gafas, lo cual me permitía desenfocar más fácilmente. Tampoco es que lo viera exactamente, es más bien que lo sentía de alguna forma y podía visualizarlo levemente, deslizándose por sus dedos hacia el suelo. Resultó tan natural la respuesta del profesor de que eso era energía negativa liberándose, que comencé a fijarme más en ello.


En otra ocasión visioné como un pozo sin fondo en el suelo, como un abismo que se abría ante mis pies a través de un agujero del tamaño de un pequeño charco. Recordé que de niña, con seis o siete años, yo había inventado un juego en el colegio. Les decía a mis compañeras de clase que saltaran en un lugar concreto del patio porque había un pozo muy hondo lleno de cocodrilos y serpientes. El juego consistía en sortearlo y salir airosas, pero el lugar no estaba claramente definido. Era yo quien mirando al suelo decidía cuando las niñas habían logrado evitarlo y cuando perdían, cayendo irremediablemente en él. Sin duda, ya entonces, podía ver o sentir alguna forma de corriente subterránea o energética en ese lugar concreto.


En esta misma frecuencia, igualmente en los talleres de Constelaciones, vi hilos o corrientes de humo negro, al estilo del que produce un papel ardiendo, que corrían hasta perderse por las grietas o los enchufes de las paredes. Lo que más llamó mi atención, sin embargo, fue cuando se presentó ante mi vista la silueta de la columna vertebral de una persona, con sus vértebras todas blancas salvo dos negras. Esto se me repitió en diferentes ocasiones y con distintos sujetos: a veces sólo era blanca y, en otras, las vértebras oscuras se hallaban en distinta posición.


Pero, a este nivel, lo más impactante para mí fue la siguiente experiencia. Estaba participando en una Constelación. Yo estaba sola y tenía a otros tres representantes enfrente mío. De pronto se aparecieron, entre los otros y yo, dos figuras geométricas blancas del mismo porte que una persona: una línea recta bastante ancha y otra en forma de zigzag del mismo grosor. Ambas eran blancas y luminosas pero traslúcidas, y estaban como en vibración. No había ningún haz de luz proveniente de ninguna ventana que me pudiera confundir. Simplemente se presentaron allí, delante mío. Recuerdo que, cuando el constelador me preguntó lo que sentía al mirar a los otros representantes, el mensaje que di no fue respecto a ellos, sino a lo que de alguna manera me transmitieron esos seres. Hablé, dije lo que sentía, y desaparecieron.

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